es un libro de Umberto Eco, publicado en 1965, un estudio sobre la cultura popular y los medios de comunicación, a través de una serie de ensayos que examinan las diferentes posturas de la sociedad ante la cultura de masas.
Los llamados “apocalípticos” encuentran en la cultura de masas la hipérbole de lo que consideran la “anticultura”, para ellos signo de la decadencia total. Su calificativo se debe a que exponen el fenómeno con tonos apocalípticos y se resisten a reconocer cualquier nuevo elemento como valioso, ya que esto implicaría un cambio que a la larga puede llegar a la aniquilación total de los patrones culturales ya establecidos.
Condenan todo aquello que tenga que ver con nueva tecnología y su empleo en el arte, y rechazan la distribución de información en abundantes cantidades.
En un claro contraste, los “integrados” son aquellos que creen de manera optimista que experimentamos una magnífica generalización del marco cultural, y defienden este fenómeno ciegamente. Están convencidos de las bondades de las nuevas tecnologías, y las difunden como parte fundamental de un futuro más libre y prometedor.
El autor considera que existen equivocaciones en ambas posturas y propone un enfoque diferente a este conflicto ideológico. Por una parte, los “integrados” tienen un descuido grave cuando sostienen que la producción cultural es buena en sí y por lo tanto no debe ser criticada; por la otra, los “apocalípticos” fallan al considerar la cultura de masas como irrelevante sólo porque es industrial, sin ver las aportaciones valiosas que muchas veces puede generar.
Finalmente no es cuestión de calificar si es saludable o nociva la existencia de la cultura de masas: esto nos volvería forzosamente apocalípticos o integrados. Hay que aceptar que existe, y sería definitivamente más edificante enfocar todos estos esfuerzos en torno a la cultura para lograr acciones que den como fruto verdaderos valores culturales.
¿Qué hace que la gente se identifique tanto con el simbólico Superman?
¿En qué consiste el buen gusto?
¿Qué aportaciones valiosas tiene la música electrónica?
Mediante el análisis de tres ejes fundamentales, como los diferentes “niveles de cultura”, los personajes, y finalmente los sonidos y las imágenes, Eco da respuesta a estas preguntas y logra hacernos reflexionar sobre fenómenos como el Kitsch, el lenguaje del comic, el uso práctico de los personajes, la producción mecánica de música culta y los medios audiovisuales como hecho estético, entre muchos otros temas.
Los llamados “apocalípticos” encuentran en la cultura de masas la hipérbole de lo que consideran la “anticultura”, para ellos signo de la decadencia total. Su calificativo se debe a que exponen el fenómeno con tonos apocalípticos y se resisten a reconocer cualquier nuevo elemento como valioso, ya que esto implicaría un cambio que a la larga puede llegar a la aniquilación total de los patrones culturales ya establecidos.
Condenan todo aquello que tenga que ver con nueva tecnología y su empleo en el arte, y rechazan la distribución de información en abundantes cantidades.
En un claro contraste, los “integrados” son aquellos que creen de manera optimista que experimentamos una magnífica generalización del marco cultural, y defienden este fenómeno ciegamente. Están convencidos de las bondades de las nuevas tecnologías, y las difunden como parte fundamental de un futuro más libre y prometedor.
El autor considera que existen equivocaciones en ambas posturas y propone un enfoque diferente a este conflicto ideológico. Por una parte, los “integrados” tienen un descuido grave cuando sostienen que la producción cultural es buena en sí y por lo tanto no debe ser criticada; por la otra, los “apocalípticos” fallan al considerar la cultura de masas como irrelevante sólo porque es industrial, sin ver las aportaciones valiosas que muchas veces puede generar.
Finalmente no es cuestión de calificar si es saludable o nociva la existencia de la cultura de masas: esto nos volvería forzosamente apocalípticos o integrados. Hay que aceptar que existe, y sería definitivamente más edificante enfocar todos estos esfuerzos en torno a la cultura para lograr acciones que den como fruto verdaderos valores culturales.
¿Qué hace que la gente se identifique tanto con el simbólico Superman?
¿En qué consiste el buen gusto?
¿Qué aportaciones valiosas tiene la música electrónica?
Mediante el análisis de tres ejes fundamentales, como los diferentes “niveles de cultura”, los personajes, y finalmente los sonidos y las imágenes, Eco da respuesta a estas preguntas y logra hacernos reflexionar sobre fenómenos como el Kitsch, el lenguaje del comic, el uso práctico de los personajes, la producción mecánica de música culta y los medios audiovisuales como hecho estético, entre muchos otros temas.
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